miércoles, julio 01, 2009

Bolivia: una caperucita roja postmoderna. Parte I

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Introducción

América Latina, Latinoamérica, Hispanoamérica; etiquetas con las que se espera categorizar, conceptualizar, ontologizar, un espacio geográfico, una identidad cultural, una historia en común, un conglomerado humano, un proyecto social de unidad en la diferencia. Etiquetas que se han impuesto a pueblos que han tenido poca posibilidad de decidir si aceptan o no ser etiquetados, ser categorizados, conceptualizados y contextualizados por este tipo de universo discurso. Estos términos tienen la pesada carga semántica, de ser las etiquetas que fueron aplicadas por los conquistadores a sus conquistados, por los explotadores a sus explotados, sean los primeros holandeses, franceses, portugueses, ingleses o españoles. Porque incluso la etiqueta de "americanos", ha sido arrancada y otorgada en exclusividad a los norteamericanos, o más específicamente a los "estadounidenses". Así que el rango de "hispano(a)" o "latino(a)", se utiliza para categorizar a una especie de "subamericanos", que no tienen el derecho desde su nacimiento y nunca lo tendrán, de identificarse como americanos, como pertenecientes al continente Americano; sino que en el imaginario intercultural, pertenecerán a un subcontinente y a una subcultura, que los convierte en esos subamericanos, que han sido despreciados y menospreciados por centurias, tanto por los colonizadores y como por los neocolonizadores.

La historia de esta región, conocida como: América Latina, ha sido la historia de la conquista, del coloniaje, del necoloniaje, de la explotación, de la exclusión, de la segregación racial, de la pobreza, de la miseria y de la pauperización.

Lo más grave es que sus explotadores se niegan, -aun en pleno siglo XXI-, a dejar librados los pueblos latinoamericanos a su libertad, y autonomía, utilizando para ello sofisticadas formas de neocoloniaje, como la dependencia tecnológica y financiera, como el control geopolítico y geomilitar, por medio instrumentos mediáticos globalizados y orientados al dominio ideológico, por medio de campañas de transferencia ideológico-política, por medio de los privilegios otorgados a los grupos plutocráticos locales, todo ello, en el contexto del capitalismo oligopólico, en tanto las grandes potencias neocoloniales, para mantener su incesante crecimiento económico sin fin,
requieren a cualquier precio, mantener sus poderosas garras en los recursos humanos y naturales de estas tierras.

Los pueblos de América Latina, a inicios del siglo XXI, se encuentran en una tensa lucha por librarse de las cadenas ancestrales, a las que han sido sometidos por parte de las grandes potencias industriales, las cuales han sido, siguen siendo y se niegan a dejar de serlo, agentes de explotación colonial y neocolonial. Este cuadro de la historia presente de los pueblos de América Latina, ha sido descrita pictóricamente, por Fidel Castro Ruz, en su artículo: "Dos lobos hambrientos y una caperucita roja", de
la siguiente manera:


"En la actualidad, Estados Unidos y Europa compiten entre sí y contra sí por el petróleo, las materias primas esenciales y los mercados, a lo que se suma ahora el pretexto de la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado que ellos mismos han creado con las voraces e insaciables sociedades de consumo.

Lobos hambrientos y amablemente disfrazados, a la caza de sus Caperucitas Rojas


Bolivia es el caso más paradigmático y significativo, de lo que ha sido esta ancestral tensión entre los agentes de explotación, que buscan satisfacer el afán de lucro sin límites sociales, culturales y ambientales y los pueblos que son explotados, empobrecidos y pauperizados despiadadamente, hasta llevarlos a niveles de miseria inhumanos; y de la que ninguna declaración de derechos, civiles o humanos, los ha podido defender.
Es conveniente realizar un esfuerzo comprensivo - explicativo, sobre el contexto mercantilista y capitalista, en el cual surge Bolivia como pueblo y como nación, y que hoy, contra todos los pronósticos, deconstruye su pasado colonial, despertando así hacia una pluralidad y diversidad de nuevos significantes histórico-sociales, en los pueblos originarios, que abren a su vez, las puertas de nuevas esperanzas, de reivindicaciones sociales postergadas, de una nueva dimensión de un medio social solidario, para toda la gente que constituye el pueblo boliviano, así como para las las clases obreras oprimidas de todo Latinoamérica y del mundo. La deconstrucción social de la opresión, de la exclusión, de la explotación, de la pauperización, permite develar y pautar las mútiples significancias de la solidaridad, que deja atrás su significación ontoteológica de asistencialismo y caridad, y que han sido impuestas históricamente por la visión de mundo de las clases opresoras, por medio de sus diversos aparatos ideológicos y coercitivos de dominación.

La esclavitud y la explotación,
fundamentos históricos del capitalismo industrial.

Los pueblos originarios de América, frente a la la rapaz colonización de las emergentes naciones europeas desde finales del siglo XVI e inicios del siglo XVII, no solo tuvieron que hacer frente al más devastador genocidio de la historia de la humanidad, sino que los que sobrevivieron fueron desplazados de sus tierras, además de ser esclavizados, explotados y reducidos a un estatus sub-humano por su conquistadores; quienes se hicieron dueños y señores de sus tierras, sus recursos naturales; y que incluso de otros seres humanos, que los convirtieron en una forma de mercancía de la que era posible apropiarse, y que tenía un particular "valor agregado", pues estas mercancías humanas, se convertían a su vez, en un medio de producción de otras mercancías, como en una fuente de servicios gratuitos de por vida, cuyos descendientes a su vez, se convertían en nuevas mercancías humanas, explotables, vendibles y canjeables, y todo ello en el contexto de las emergentes economías mercantilistas, que no tardarían en ser sometidos a la "ley de la mano invisible " del libre mercado capitalista y del "libre derecho" de lucrar de estas mercancías humanas, por parte de los capitalistas, empresarios o terratenientes.
K. H Marx, abordó la temática en el cap. XXXVII, de la sección octava, de su obra: "El Capital. Crítica de la Economía Política", de la siguiente manera:
"El descubrimiento de las minas de oro y plata de América, el entierro en ellas de sus habitantes, reducidos a la esclavitud o al exterminio, los magos de conquista y de saqueo en las Indias Orientales, la transformación de África en territorio para la caza de negros, fueron los procedimientos suaves de acumulación primitiva con que se manifestó en su aurora la era capitalista. Inmediatamente después estalla la guerra mercantil, que llega a tener el mundo entero por teatro. Empezando por la rebelión de Holanda contra España, adquiere proporciones gigantescas en la cruzada de Inglaterra contra la Revolución Francesa y prolonga hasta nuestros días en expediciones de piratas, como las famosas guerras del opio contra China. Algunos de los diferentes métodos de acumulación primitiva -régimen colonial, deudas públicas, hacienda moderna, sistema proteccionista, etc.-, descansan en el empleo de la fuerza. Pero todos, sin excepción, explotan el poder del Estado, la fuerza concentrada y organizada de la sociedad, a fin de precipitar violentamente el paso del orden económico feudal al capitalista, y abreviar los períodos de transición. En efecto, la fuerza es la partera de toda sociedad en vías de alumbramiento. La fuerza es un agente económico."


Marx, continúa refiriéndose al régimen colonial, de la siguiente manera:
"El régimen colonial comunicó gran impulso a la navegación y al comercio, y produjo las sociedades mercantiles, a las que los gobiernos concedieron monopolios y privilegios, medios poderosos para efectuar la concentración de los capitales. Dicho régimen proporcionaba mercados a las manufacturas nacientes, cuya facilidad de acumulación se duplicó gracias al monopolio del mercado en las colonias. Los tesoros directamente usurpados fuera de Europa por el trabajo forzoso de los indígenas, reducidos a la esclavitud por el robo y el asesinato, volvían a la madre patria para funcionar como capitales. En nuestros días, la superioridad industrial implica la comercial; pero en la época manufacturera propiamente dicha, la superioridad comercial es la que daba superioridad industrial. De ahí el importante papel que desempeño en aquellas época el régimen colonial."
Más adelante, en el capítulo XXIX, en torno a la teoría moderna de la colonización, Marx explica el sentido relacional del capital, de la siguiente manera:
"El economista descubre entonces que el capital no es una cosa en sí sino una relación social entre las personas que se establece por medio de las cosas. Un negro es un negro; pero sólo en determinadas condiciones se convierte en esclavo. Una hiladora por ejemplo, no es más que una máquina de hilar algodón, y sólo en determinadas condiciones se convierte en capital. Fuera de estas condiciones, no es más capital que el oro, por sí mismo, es moneda. El capital es una relación social de producción".
Y continúa explicando como la clase capitalista surge a partir de la posibilidad de forjar asalariados:
"El carácter esencial de una colonia libre radica en que cada colono pueda apropiarse una parte de la tierra que le sirve de medio de producción individual, sin que esto impida que hagan los mismo los colonos que llegan después. Donde todos los hombres son libres y cada cual puede adquirir un pedazo de tierra, es difícil encontrar un trabajador, y si se encuentra, es a muy alto precio. Cuando el trabajador acumula para sí mismo, y puede hacerlo mientras es propietario de sus medios de producción, la acumulación, y la apropiación capitalista son imposibles, les falta la clase asalariada, de la que no pueden prescindir".
Finalizando la sección Marx, y de manera magistral, se refiriere a cómo la acumulación capitalista implica el aniquilamiento de la propiedad privada fundada en el trabajo personal, de la siguiente manera:
"El secreto de la Economía política del antiguo mundo ha descubierto inocentemente en el nuevo, con sus elucubraciones sobre las colonias, es que el sistema de producción y de acumulación capitalista implica el aniquilamiento de la propiedad privada fundada en el trabajo personal, y que su base es la expropiación del trabajador, pues sólo se puede disponer de los asalariados necesarios, sumisos y disciplinados, cuando no pueden trabajar para sí mismos, cuando carecen de los medios de producción".
La que se ha denominado como la Biblia latinoamericana: "Las venas abiertas de América Latina", escrita en 1971 por Eduardo Galeano, se convierte en una continuación actualizada de apartado recién citado de "El Capital", que Marx había dedicado a las colonias.
En palabras del propio Galeano:
"La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta". [...]"Es América Latina, la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos. El modo de producción y la estructura de clases de cada lugar han sido sucesivamente determinados, desde fuera, por su incorporación al engranaje universal del capitalismo." [...]" Para quienes conciben la historia como una competencia, el atraso y la miseria de América Latina no son otra cosa que el resultado de su fracaso. Perdimos; otros ganaron.
[...] Pero ocurre que quienes ganaron, ganaron gracias a que nosotros perdimos: la historia del subdesarrollo de América Latina integra, como se ha dicho, la historia del desarrollo del capitalismo mundial. Nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los imperios y sus caporales nativos. En la alquimia colonial y neocolonial, el oro se transfigura en chatarra, y los alimentos se convierten en veneno. "[...]
"En el primer tomo de El capital, escribió Karl Marx: «El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento en las minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros: son todos hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista. [...] Estos procesos idílicos representan otros tantos factores fundamentales en el movimiento de la acumulación originaria»."[...]"
Analizando la naturaleza de las relaciones «metrópoli-satélite» a lo largo de la historia de América Latina como una cadena de subordinaciones sucesivas, André Gunder Frank ha destacado, en una de sus obras (André Gunder Frank, Capitalism and Underdevelopment in Latin America, Nueva York, 1967.), que las regiones hoy día más signadas por el subdesarrollo y la pobreza son aquellas que en el pasado han tenido lazos más estrechos con la metrópoli y han disfrutado de períodos de auge. Son las regiones que fueron las mayores productoras de bienes exportados hacia Europa o, posteriormente, hacia Estados Unidos, y las fuentes más caudalosas de capital: regiones abandonadas por la metrópoli cuando por una u otra razón los negocios decayeron.
Potosí brinda el ejemplo más claro de esta caída hacia el vacío."[...].
"Aquella sociedad potosina, enferma de ostentación y despilfarro, sólo dejó a Bolivia la vaga memoria de sus esplendores, las ruinas de sus iglesias y palacios, y ocho millones de cadáveres de indios. [...]Cualquiera de los diamantes incrustados en el escudo de un caballero rico valía más, al fin y al cabo, que lo que un indio podía ganar en toda su vida de mitayo, pero el caballero se fugó con los diamantes. Bolivia, hoy uno de los países más pobres del mundo, podría jactarse -si ello no resultara patéticamente inútil- de haber nutrido la riqueza de los países más ricos.
En nuestros días, Potosí es una pobre ciudad de la pobre Bolivia: «La ciudad que más ha dado al mundo y la que menos tiene», como me dijo una vieja señora potosina, envuelta en un kilométrico chal de lana de alpaca, cuando conversamos ante el patio andaluz de su casa de dos siglos. Esta ciudad condenada a la nostalgia, atormentada por la miseria y el frío, es todavía una herida abierta del sistema colonial en América: una acusación. El mundo tendría que empezar por pedirle disculpas." [...]
[...] "En Potosí y en Sucre sólo quedaron vivos los fantasmas de la riqueza muerta. En Huanchaca, otra tragedia boliviana, los capitales anglochilenos agotaron, durante el siglo pasado, vetas de plata de más de dos metros de ancho, con una altísima ley; ahora sólo restan las ruinas humeantes de polvo.
Huanchaca continúa en los mapas, como si todavía existiera, identificada como un centro minero todavía vivo, con su pico y su pala cruzados."[...] "A principios de nuestro siglo, todavía los dueños de los pongos, indios dedicados al servicio doméstico, los ofrecían en alquiler a través de los diarios de La Paz. Hasta la revolución de 1952, que devolvió a los indios bolivianos el pisoteado derecho a la dignidad, los pongos comían las sobras de la comida del perro, a cuyo costado dormían, y se hincaban para dirigir la palabra a cualquier persona de piel blanca.
Los indígenas habían sido bestias de carga para llevar a la espalda los equipajes de los conquistadores: las cabalgaduras eran escasas. Pero en nuestros días pueden verse, por todo el altiplano andino, changadores aimaraes y quechuas cargando fardos hasta con los dientes a cambio de un pan duro. La neumoconiosis había sido la primera enfermedad profesional de América; en la actualidad, cuando los mineros bolivianos cumplen treinta y cinco años de edad, ya sus pulmones se niegan a seguir trabajando: el implacable polvo de sílice impregna la piel del minero, le raja la cara y las manos, le aniquila los sentidos del olfato y el sabor, y le conquista los pulmones, los endurece y los mata."[...]
"Los españoles estimularon agudamente el consumo de coca. Era un espléndido negocio. En el siglo XVI se gastaba tanto, en Potosí, en ropa europea para los opresores como en coca para los oprimidos. Cuatrocientos mercaderes españoles vivían, en el Cuzco, del tráfico de coca; en las minas de plata de Potosí entraban anualmente den mil cestos, con un millón de kilos de hojas de coca. La Iglesia extraía impuestos a la droga".[...].
[...] A esta altura del siglo veinte, los indígenas de Potosí continúan masticando coca para matar el hambre y matarse y siguen quemándose las tripas con alcohol puro. Son las estériles revanchas de los condenados. En las minas bolivianas, los obreros llaman todavía mita a su salario".







Disertación de Eduardo Galeano, 2007


Las cadenas de la colonización


Los pueblos precolombinos, que por milenios habían habitado las tierras de lo que se llegaría a llamar con el europeo nombre de América, fueron sometidos a los destructivos procesos de la conquista y la colonia de los invasores europeos, que con sus ansias de riquezas, de lucro desmedido, no dudaron apoderarse por la fuerza de las tierras y sus recursos naturales, como tampoco dudaron en diezmar a cualquier pueblo nativo que intentara defender lo que por centurias fue su patrimonio, y tampoco dudaron en explotar y esclavizar a otros millones de nativos, que ni siquiera les daban el rango de seres humanos. La expansión comercial, mercantil de Europa, se hizo sobre la base del peor genocidio y latrocinio de la historia. Esto permitió que Europa se inundara de metales preciosos, lo que permitió a la vez, una gran circulación de moneda.
La visión eurocentrista de varones blancos, cristianos, ricos, y militarmente invencibles, se impone como el estereotipo de superioridad cultural sobre los otros pueblos del mundo. Esta visión de mundo es la que nutre el surgimiento del mercantilismo y de su descendiente directo el capitalismo, cuya característica antropológica fundamental es el individualismo y cuya normativa ética establece el afán de lucro como un valor superlativo, por lo que puede ser tipificado como un utilitarismo egoísta. El mercantilismo surgido en en contexto de la conquista de la nuevas tierras americanas, se convierte en la ideología económica de las clases burgueses emergentes.
Los nuevos estados - nación de la época, se encuentran gobernados por nobles, y que por sus exigencias de apertura comercial hacia nuevas tierras (-un evidente tipo de globalización-), exigían la optimización técnica para incrementar la producción de nuevas mercancías. La ideología mercantilista de la conquista y la colonia, parte del supuesto que lo importante es la generación y acumulación de riquezas, por lo que lo importante del comercio era la exportación, pero no la importación, lo que permitía obviamente la acumulación del oro y otros metales preciosos extraídos no por los mejores medios de sus colonias.
Así que, la colonización de las nuevas tierras por parte los europeos permite el surgimiento en primera instancia del mercantilismo, del capitalismo competitivo posteriormente y eventualmente de un neocolonialismo sustentado en un capitalismo oligopólico. La colonización fue y sigue siendo, el proceso de apropiación sistemática del excedente ajeno. Apropiación que es posible por el dominio del trabajo ajeno. Esta dominación (por opresión) produce las condiciones para enaltecer el ocio (el robo) y devaluar el trabajo; lo que, a su vez, conduce a la negación de la humanidad del que trabaja. Esto es lo que hace que los imperios mueran por dentro, porque la negación de humanidad no es impune: los fantasmas ocupan los sueños del opresor y le condenan al insomnio, trastornado por guerras que debe perpetuar para alcanzar una paz que no alcanza; tratando de olvidar la injusticia que ha desparramado, inventa pan y circo (farándula) para no estar solo.

La sociedad colonial boliviana temprana

Durante el desarrollo del Imperio Inca, el área que corresponde a Bolivia pasó a denominarse Collasuyo, estando predominantemente ocupada por asentamientos Aymaras. La llegada de los españoles en 1532, desarticula la organización que durante siglos funcionó en la región, implantando una nueva estructura política institucional, apoyada en la explotación de los recursos naturales no renovables. Para cumplir con los objetivos trazados, los conquistadores organizan el territorio y fundan ciudades con funciones definidas en zonas estratégicas para sus intereses. Hacia 1535 penetró procedente del Perú, más al sur del lago Titicaca, el dominico fray Tomás de San Martín y, más tarde, los hermanos Gonzalo y Hernando Pizarro, que terminaron la conquista de Alto Perú hacia 1538, después de vencer una tenaz resistencia de los indígenas. La mayor proximidad al Perú hizo que Bolivia se inclinase decididamente hacia aquella región. Cuando en 1544 se descubrieron las ricas minas de plata de Potosí, la colonización se inclinó hacia la explotación minera, y cuando Irala llegó en 1547 procedente del Paraguay, la vocación de Bolivia ya estaba decidida. La colonización se afirma con la fundación de una serie de ciudades: Chuquisaca (Sucre), La Paz, Villa de Oropesa (Cochabamba), Santa Cruz, Oruro y otras
La creación de la sociedad colonial, estuvo influenciada tanto por la naturaleza del mismo proceso de conquista americana, como por antecedentes sociales y la estructura política. La conformación del imperio americano castellano de Charcas como fue establecido en el mundo andino, fue fundamental y primariamente una creación de la conquista: una minoría compuesta por blancos y de sus esclavos negros dominaría a una masa de indios americanos, separados y totalmente diferentes.
Por más diferenciados que fueran internamente, los indios fueron considerados como una masa aislada y reprimida de un rango inferior al del conquistador más pobre y analfabeto. Al crearse el Estado boliviano, existían tres formas básicas de tenencia de la tierra: las comunidades, las haciendas y las tierras de dominio estatal. Las tierras de las comunidades indígenas tenían su origen en el ayllu prehispánico y colonial. Las haciendas fueron el resultado de procesos de compra y apropiación de tierras indígenas durante la Colonia. Finalmente, las tierras de propiedad del Estado eran básicamente las habitadas por los grupos indígenas de las tierras bajas, a los que no se consideró nunca como propietarios de las mismas.

Una vez instaurada la conquista, se establecieron formas de organización que permitían a los conquistadores el control de tierra, trabajo y tributos. Y como conocían de la importancia de la producción minera, se estableció el monopolio con la finalidad de evaluar la producción real y evitar la evasión de impuestos, estableciéndose como sistema de impuesto: la encomienda, y el sistema de explotación de la mita.
El ritmo del cambio social en Bolivia estuvo influenciado por factores negativos tales como la decadencia demográfica y la explotación de la mita. Este sistema de mita obligaba al indio originario entre 18 y 50 años de edad, que cumplía la función de productor principal al pago de un impuesto, que era el equivalente de la encomienda. Este sistema impositivo instaurado, generó colapso demográfico de la población india, provocando una contracción de la clase originaria y por ende una disminución de la producción minera ante la falta de mano de obra, ante esta situación los conquistadores tuvieron que realizar ajustes al sistema impositivo, disminuyéndolos; ello permitió reavivar la producción minera que se encontraba en decadencia.

La producción minera, especialmente la de plata, fue la base económica de la época, ello no benefició a los pobladores, sino más bien a la corona española, puesto que la monopolización de su comercialización, la imposición de altas tasas de impuestos, la imposición obligatoria del trabajo en minas y otros iba generando conflictos entre mineros y mercaderes españoles por el control de la industria minera, situación que desencadenó en una guerra abierta entre los diferentes bandos.

Así pues, el fin del primer siglo de expansión económica iría seguido de un periodo secular de depresión, que tendría profundos y prolongados efectos tanto en el sector urbano como rural de la sociedad y economía boliviana
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La sociedad colonial tardía: crisis y crecimiento

La depresión originada por el decaimiento en la producción de plata, que había alcanzado su cima en las décadas del siglo XVII, empezó a producir un cambio fundamental en el espacio económico y en la organización dentro de la sociedad de Charcas. El efecto inmediato fue el despoblamiento de sus centros urbanos que afectó las redes de abastecimiento regional transformando la importancia económica lograda.

La contracción demográfica y de la producción de la plata condujo a una reducción de los amplios mercados internos que abastecían los centros mineros, situación que afectó a las zonas productoras convirtiéndolas en economías de subsistencia, el fin de las exportaciones significó la decadencia de la clase hacendada y la conversión de las grandes haciendas en parcelas que fueron arrendadas. En forma general todas las regiones experimentaron estancamiento en su crecimiento.

Este arrendamiento de tierras, que en otrora habían estado en manos de hacendados poderosos, originó cambios en la tenencia de la tierra, dando lugar al surgimiento de pequeños agricultores denominados "libres", logrando expandirse a costa de las propiedades privadas. Expansión reforzada además con el crecimiento demográfico de la población india, demostrando ser capaces de sobrevivir con un nivel poco diferente al de sus conquistadores europeos. La crisis minera provocó cambios estructurales, obligando a una reorganización de los vínculos comerciales y el análisis de las restricciones vigentes hasta entonces, como ser: el control de la exportación minera entre otros. Ante esta situación la corona no solo reorganizó el comercio, sino que subvencionó el precio del mercurio que era utilizado por los mineros locales, y redujo los impuestos. Esta situación impulsó a los mineros logrando estimular un aumento constante en la producción.

La importancia de los ingresos tributarios de la época, se debía esencialmente a tres fenómenos: el primero, y más importante, fue la tendencia positiva de crecimiento demográfico. El segundo la reducción de la explotación de la población rural, como resultado de la crisis minera, permitiendo que puedan recuperar sus recursos y seguir creciendo. El tercero correspondió a que el tributo fue extendido a todos los adultos varones indios sin importar su rango y del acceso a la tierra, transformando la extensión del sistema fiscal tributario.
Pero todos aquellos cambios, en particular el relacionado a la explotación de la población rural, no dieron contento a los campesinos, puesto que ellos seguían oponiéndose a sus señores.
Finalmente se desencadena la gran rebelión de Tupaq Amaru, considerada como una de las primeras grandes movilizaciones en pos de la libertad y justicia para su pueblo, la que sin embargo solo causó destrucción de vidas humanas y de la propiedad, no logrando prosperar.
Charcas se recuperó rápidamente de los efectos de la rebelión gracias a las reformas borbónicas de la economía que tuvieron lugar en el siglo XVIII, dando origen a una renovada prosperidad de la producción minera y del comercio.
Para ordenar la estructura política y administrativa, la corona llevó a cabo una masiva reorganización que incluyó el ámbito comercial y económico. Pero a pesar de los cambios, la corona seguía manteniendo el sistema opresor de corregidores de indios, denominados subintendentes, que explotaban a los indios mediante los sistemas acostumbrados de la venta forzosa y la intervención en el ámbito de organización política.
Los cambios implementados, particularmente en el sector económico, influyeron en la actividad artística que se manifestó en el cambio de estilos, aumento de la actividad en la pintura, la construcción. Sin embargo el campo literario quedó subdesarrollado.

La actividad universitaria, durante la época del siglo XVII, fue muy vigorosa, muchos de los que encabezaron las grandes luchas por la independencia del siglo XIX se educaron en ella.

(continuará ...)
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1 comentario:

El escritor enmascarado dijo...

me parece excelente el contenido de este blog. es un oasis saber que hay gente comprometida en america difundiendo nuestra verdad historia robada y mutilada por el imperio.
un abrazo gigante.
chori
epocalatinoamericana@yahoo.com.ar